martes, 3 de enero de 2012

Autoridad espiritual

 Autoridad espiritual


Rev. Alberto Ortega
La autoridad no nos ha sido otorgada por Dios para que los demás nos sirvan, o para manipular a los demás, sino para servir a los demás.
LA AUTORIDAD PROVIENE Y TIENE UN MARCO DELIMITADO POR DIOS MISMO

“Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos” (Romanos 13:1-2).

LA AUTORIDAD TIENE TRES PROPÓSITOS BÁSICOS

1) Producir crecimiento en sabiduría y en carácter

En Lucas 2:49 Jesús se vio envuelto en una discusión con sus padres terrenales. Tuvo que elegir entre sujetarse a sus padres, volviendo a Nazaret, y su llamamiento espiritual (“en los negocios de mi padre me es necesario estar”) que consistía en quedarse en el templo para ministrar. “Y descendió con ellos, y volvió a Nazaret, y estaba sujeto a ellos […] Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres” (Lucas 2:51-52). Jesucristo decidió sujetarse a la autoridad terrenal. Eso le trajo crecimiento, sabiduría, estatura y gracia para con Dios y los hombres.

2) Producir protección contra las tentaciones destructoras

No se trata de estar bajo el dominio de la autoridad, sino de estar bajo la protección de la autoridad. La autoridad es un escudo de protección, y cuando nos salimos de ella, nos exponemos a tentaciones peligrosas e innecesarias. Saúl cometió el error de salirse de la protección de la autoridad delegada por Dios en Samuel. Las consecuencias fueron terribles: “Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación” (1 Samuel 15:23).

3) Producir dirección clara para tomar decisiones

Toda buena decisión es una decisión de fe en los propósitos de Dios. Uno de los aspectos básicos de la fe es entender que Dios nos da su dirección por medio de aquellos que Él ha puesto para presidirnos.

CLASES DE AUTORIDAD

En este estudio vamos a considerar tres clases de autoridad: 1) La autoridad que surge del carácter; 2) La autoridad que surge del compromiso, y por último; 3) La autoridad que surge del sacrificio.

1. La Autoridad Fruto Del Carácter

“Y Cus engendró a Nimrod, quien llegó a ser el primer poderoso en la tierra. Este fue vigoroso cazador delante de Jehová; por lo cual se dice: Así como Nimrod, vigoroso cazador delante de Jehová” (Génesis 10:8-9).

La autoridad legítima establecida por Dios en los tiempos de Nimrod era la autoridad patriarcal. En sabiduría, Dios instauró una autoridad natural fundamentada sobre los vínculos del respeto y del acatamiento hacia los padres. Sin embargo, a Nimrod le pareció que aquella autoridad era inadaptada para él, y que la autoridad no se ajustaba a su carácter, a sus ambiciones. Por lo mismo, se salió de la autoridad establecida por Dios e inventó un tipo de autoridad nueva: una autoridad que se adaptara a su carácter, a sus ambiciones personales, a sus propósitos y planes.

En Génesis capítulo 10, encontramos dos palabras que definen el carácter de este hombre, a saber: poderoso y vigoroso cazador. En el original hebreo, la palabra ‘poderoso’ en Génesis 10, significa: “Guerrero”, “tirano”; “ser fuerte”, “prevalecer”; “actuar con insolencia”, “excederse”, y por último, “ser desmedido”. Ciertamente, estos términos echan luz sobre la autoridad fruto del carácter, y escriba en que esa clase de autoridad es: insolente, desmedida, excesiva, extralimitándose en sus decisiones.

El segundo término que se describe a Nimrod es el de cazador. De nuevo, el original hebreo aclara este punto, dado que “cazador” significa: “Disfraz”, “camuflaje”, “acercarse”, “aproximarse por medio de disfraces o engaños”; “mentir al lado de”. Como se sabe, el cazador usa el arte del camuflaje para que la presa no lo detecte, y así, se pueda acercar a ella para matarla. Asimismo, la autoridad fruto del carácter usa el camuflaje, el acercamiento por medio del engaño, y oculta las intenciones verdaderas.

Nimrod inventó un tipo de caza nuevo, no cazaba animales como todo el mundo, cazaba hombres. Históricamente sabemos que se formó con un grupo de mercenarios que saquearon desde Etiopía hasta Sinar. Él cazaba a sus contemporáneos como fuera necesario; por la fuerza persuasiva de sus razonamientos, o bien, por la fuerza de la espada y de las flechas.

La autoridad fruto del carácter no solo genera sus propias reglas, sino que también las cambia según le favorezcan para sus propósitos. Esta autoridad elimina toda otra autoridad, los Nimrod viven obsesionados con aquellos que despuntan debajo de su autoridad, y decide eliminar todo competidor real o imaginario. Los Nimrod planifican y llevan a cabo lo que piensan, y además, son fructíferos. En efecto, observamos que Nimrod edificó ocho ciudades: Babel, Erec, Acad, Calne, en tierra de Sinar, y Nínive, Rehobot, Cala, en Asiria y Resén.

Enfoquemos ahora Babel, la primera ciudad que aquel individuo edificó, porque es muy importante analizar los primeros logros de este tipo de autoridad. El nombre “Babel” tiene dos significados: puerta de Dios y confusión. Nimrod llamó su proyecto BABEL, señalándola así como “puerta de Dios”, pero Dios confundió las lenguas y cambió el nombre de “puerta de Dios” por el de “confusión”.

¿Por qué Dios confundió las lenguas en aquel lugar? Porque, mediante aquella confusión de lenguas, Nimrod perdió el poder que ejercía sobre aquellos que estaban bajo su autoridad. De repente Nimrod no pudo continuar ejerciendo su autoridad, porque sus subordinados no le podían entender, ya que dejaron de hablar la misma lengua.

La autoridad fruto del carácter no admite otro idioma sino el que habla su líder, y anda siempre buscando gente que no piense por sí misma, estos jefes son la mente única, el pensamiento único, todo lo saben, todo lo deciden y todo lo programan ellos.

Pero ahora, Nimrod estaba confrontando un problema serio, y era que la gente a quien cazó con sus ideas y su fuerza ya no lo entendía. Amados lectores, a los Nimrod siempre les ocurre lo mismo: llega el día cuando los que hablaban y pensaban como ellos, de repente, hablan diferente y tienen sus propios planes. Y estos seguidores así como aprendieron de Nimrod, levantan imperios paralelos, con nombres diferentes pero con los mismos principios. Este es el resultado y el fin de la autoridad fruto del carácter: la confusión y la dispersión.

2. La Autoridad que surge del compromiso

“Entrando Jesús en Capernaum, vino a él un centurión, rogándole, y diciendo: Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado. Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré. Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará. Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. Al oírlo Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe. Y os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham e Isaac y Jacob en el reino de los cielos; mas los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes. Entonces Jesús dijo al centurión: Ve, y como creíste, te sea hecho. Y su criado fue sanado en aquella misma hora” (Mateo 8:5-13).

El centurión romano que pidió la sanidad para su siervo, describió la estructura y la cadena de la autoridad en la cual se desempeñaba. En Mateo 8:9, dicen las Escrituras: “Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: Ve y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace”.

Aquella autoridad era fruto de un contrato entre el hombre y sus gobernantes. El centurión firmó un contrato de soldado con su gobierno. Por medio de su valor, fidelidad y valentía demostrados en los campos de batalla, fue ascendiendo de soldado hasta el grado de centurión.

Aquel hombre ascendió de grado en grado, y le concedieron autoridad sobre cien soldados no solo a causa de su valentía en el campo de batalla, sino también por la obediencia que había mostrado para con sus superiores. La autoridad que ejercí sobre sus soldados estaban fundamentada, pues, en el hecho de que él mismo siguiera sujeto bajo la autoridad de los que lo contrataron.

El centurión podía hacer que su siervo hiciera cuanto él quisiera, por cuanto lo había comprado y le pertenecía. En el registro bíblico quedan claramente establecidas las clases de órdenes que impartía. En efecto, el centurión distingue las órdenes que daba a sus soldados y aquellas que daba a su siervo. En lo concerniente a los soldados, deja claro que sus órdenes habían de ser exclusivamente militares (“digo a ‘este: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene”). El uso de los verbos de movimiento “ir” y “venir” indica que tenía en sus manos el movimiento de sus soldados. En cambio, cuando refiere al siervo, el centurión usa el verbo de acción “hacer” (“haz esto, y lo hace”). Esto implica que disponía de su siervo como quisiera, y que le podía pedir lo que se le antojara, porque el siervo no se lo podía negar.

¿Cuál enseñanza podemos extraer aquí? Simplemente, que mientras el centurión se mantuviera fiel a los que lo contrataron, y se sujetara a su compromiso de servir a Roma, el imperio romano y todo su aparato militar estarían a su disposición. No obstante, el día que dejara de estar bajo la autoridad de Roma, el poderío de Roma ya no estaría en sus manos, y ya nadie le obedecería, porque ninguno de aquellos soldados, que le conocían y le respetaban por ser un modelo de obediencia, estarían sujetos a su autoridad.

Asimismo, sucede con la autoridad espiritual: tiene que conocer el compromiso, tiene que vivir y moverse bajo un compromiso de integridad, de defender los postulados, los fundamentos, las reglas, los principios que establece la Obra de Dios, sin importar el precio que se deba de pagar. Se trata de un compromiso consciente y voluntario, porque Dios no engaña a nadie.

Esta Obra del Movimiento Misionero Mundial, siempre ha sido una Obra de sacrificio en la cual Dios ha hablado del precio a pagar. Nadie puede ingresar en las filas ministeriales de esta Obra sin antes conocer el compromiso que adquiere con Dios y con su Obra; ni tampoco nadie puede cambiar las cláusulas y las reglas del compromiso aceptado delante de Dios. Habrá autoridad siempre y cuando exista un compromiso con los fundamentos doctrinales, con la visión misionera y con los tratos específicos de Dios para con esta Obra.

3. La Autoridad Fruto del Sacrificio

“Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra” (Mateo 28:18).

En Mateo 28:18, nuestro Señor Jesucristo nos infunde una revelación más profunda y poderosa acerca de la autoridad espiritual. Jesús mismo nos enseña lo que es la autoridad en su estado más elevado, espiritual y perfecto bajo todos sus aspectos. Este tipo de autoridad es la clave y la cumbre de toda autoridad. Si no tenemos esta perspectiva de la autoridad, toda la autoridad que ejerzamos será dañina, perniciosa y destructora.

En el cuerpo apostólico había desavenencias y desajustes acerca de la autoridad. Por consiguiente, Jesús tuvo que corregir a sus discípulos e inculcarles conceptos claros, porque tenían ideas erróneas acerca de la autoridad. En Marcos 10:42-45, el Señor les dijo: “Sabéis que los que son tenidos por gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen sobre ellas potestad. Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos. Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos”.

Aquí, el Señor opone dos conceptos de la autoridad: la autoridad del mundo y la autoridad espiritual (la que procede de Dios). La autoridad no nos ha sido otorgada por Dios para que los demás nos sirvan, o para manipular a los demás, sino para servir a los demás.

Durante Su ministerio, Jesús ejerció diferentes facetas de la autoridad espiritual. Por ejemplo, en Juan 17:1-2, Jesús habla de la autoridad que le fue asignada para dar vida: “Estas cosas habló Jesús, y levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti; como le has dado potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a todos los que le diste”. Esto no significa que tuviera autoridad limitada, sino que la Trinidad, en Su consejo y sabiduría, asigna a cada uno una autoridad específica. Aquí vemos al Señor Jesucristo usando la autoridad asignada única y exclusivamente dentro del marco delimitado por el Padre y en perfecta armonía con Él.

En Mateo 28:18, Cristo habla de otra autoridad que le ha sido dada: “Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra”. En esta frase, Jesús se expresó en presente de indicativo. Por consiguiente, ¿cuándo apareció esta autoridad? ¿De dónde surgió?

Amados, esta es la autoridad que aparece y le es otorgada por medio y por causa de la Cruz del Calvario. Esta es la autoridad fruto del sacrificio. Esta es la autoridad que produce la Cruz, la cual nace del dolor, de sus padecimientos como Salvador de la humanidad.

La autoridad fruto del sacrificio es la autoridad que no caza sino que liberta; que no mata sino que da vida; que no se acerca por medio del fingimiento, sino por medio de la verdad. Esta es la autoridad que no se disfraza, que no ofende, que no produce heridas, que no difama, que no amenaza. Esta no es la autoridad de los nombres ni de los números.

Esta es la autoridad que parte el corazón sin presionarlo. Esta es la autoridad que quebranta porque procede de un corazón quebrantado. Esta es la autoridad que está envuelta en el sacrificio y en la sangre. Esta es autoridad que sacó a Mateo de los bancos de los tributos públicos, que sacó a la samaritana de sus idas y venidas al pozo que no la saciaba, que rompió las cadenas del gadareno, que sacó a Lázaro de la tumba, que sacó a Saulo de Tarso de la ceguera espiritual. Esta es la autoridad que queremos ver prevalecer en medio de esta Obra del Movimiento Misionero Mundial. Dios le bendiga.

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